CINE Y PEDIATRIA 4
cine y pediatría 4 161 alzó, entre otros premios, con el Oso de Cristal a la Mejor película en el Festival de Berlín. Chava ( Carlos Padilla ) vive en Cuscatanzingo, un pueblo de la periferia de San Salvador, un pueblo que se encuentra atrapado entre el ejército y la guerrilla salvadoreña. Cuando su padre abandona a la familia, en plena guerra civil, Chava pasa a ser “el hombre de la casa” y cuidad de su madre (la bella actriz y modelo chilena, Leonor Varela) y sus dos hermanos pequeños. Vivimos con Chava la supervivencia familiar del día a día, entre la pobreza y los disparos, con el acicate de que está a punto de cumplir los 12 años de edad, lo que implica que pronto será reclutado por el ejército salvadoreño para que agarre un fusil y luche en contra de la guerrilla. Así que a Chava solo le queda un año de escuela antes de ser movilizado, tiempo para disfrutar de sus amigos y de su primer amor con una compañera de clase, Cristina María. En medio del caos y terror que implica el vivir en un medio tan hostil y desesperanzador, la vida de Chava se convierte en un juego de supervivencia, no solo de las balas de la guerra, sino también de los efectos desoladores de la violencia diaria. Porque Cuscatanzingo es un pueblo de casas de zinc, con precarias paredes de madera y piso de tierra apisonada con puertas y ventanas desvencijadas y en donde predomina el color verde de la naturaleza y el sonido de una lluvia casi constante, y que todo nos alude a la realidad y a la melancolía de los indígenas centroamericanos. Y la guerra es sugerida por continuos signos de combate, por medio de los balazos, las explosiones, los impactos que abren orificios en las paredes o en los colchones que sirven de precaria protección. Porque en Voces inocentes el protagonista es el niño y, con él, su familia, no esa cruenta guerra, aunque sea el trágico telón de fondo. “Es una película que muestra el lado de la guerra que no se ve en televisión. He querido entender la guerra, lo que pasa con la gente que está allí, dentro de las paredes de las escuelas, de las casas. Pero es difícil de entender algo tan monstruoso” , asegura el director. Porque en 1980 estalló en El Salvador un conflicto agrario que terminó por convertirse en una guerra civil que no cesó hasta 12 años más tarde. Como todas las guerras, esta estuvo plagada de injusticias. Una de las que se atribuyen al Gobierno salvadoreño
RkJQdWJsaXNoZXIy MTAwMjkz