CINE Y PEDIATRIA 5
104 publicado: sábado 26 de abril de 2014 Cine y Pediatría [224] de lo que está ocurriendo ( “Está claro, no ver nada es muy práctico” , le dice la hija al padre), pero no logra su objetivo y tiene que dejarle solo, al trasladarse a residir en un campus universitario. La única persona que tiene una relación cálida y sensible es su abuela materna (Emmanuelle Riva), que también sabe lo que sucede, y le apoya con sus regalos y con sus clases de piano. Y es así, como su casa se convierte en su prisión , y cómo van apareciendo los signos de la infelicidad y del desequilibrio emocional: tristeza, soledad, mutismo, apatía, falta de apetito, insomnio, etc. Algunas escenas merecen toda una disección (cuando la madre sospecha por una carta que su hijo tiene una novia, las horas de Julien castigado delante del plato por no comer con apetito, etc.), pero dos merecen un punto y aparte por su crueldad emocional. Cuando Julien regala a su madre la caja de chocolates que había comprado para su novia Alice o la violenta situación que se desencadena cuando descubren que Julien se ha escapado de noche a una fiesta, y aparece lo peor de cada uno: la violencia de la madre, la debilidad extrema del padre ( “Sabe que hago todo lo que puedo. Él también tiene que hacer un esfuerzo” , se defiende el padre ante la recriminación de la hija) y los temores de la hermana (quien, sin duda, no es la elegida de la madre). Mi hijo nos habla de una relación que se transforma en un caso especial de maltrato infantil , maltrato especialmente psicológico y, en algún momento, también físico (y provocado por la rabia), producto de la conflictiva psicología de una madre y la reacción defensiva y desesperada del hijo. En este caso, se puede hablar de un incesto virtual, producto de una madre que no tiene una buena relación con su marido y la canaliza a través de su hijo, una relación que, en ningún caso, llega a los extremos de la relación madre-hijo de La luna (Bernardo Bertolucci, 1979). No debemos confundir esta película con otra película que, bajo un título parecido, dirigieron los hermanos belgas Jean-Pierre Dardenne y Luc Dardenne: El hijo (2002, [Cine y Pediatría 110]) y que tiene una continuidad posterior, por su temática social y de denuncia, con El niño (2005, [Cine y Pediatría 110]). Sea como sea, esta película nos debería hacer reflexionar sobre las distintas maneras de maltrato infantil , por defecto o por exceso, físicas o psicológicas, en el hogar o en la escuela, por la familia o por la sociedad. En la película de hoy quizás sea aplicable el poema
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