CINE Y PEDIATRIA 5
106 publicado: sábado 3 de mayo de 2014 Cine y Pediatría [225] M añana es el Día de la Madre. Un buen momento para recordar que la maternidad es fuente de vida y también es fuente de inspiración en el arte , en cualquier arte: poesía, narrativa, pintura, escultura… y cine. La maternidad, en el más amplio sentido alrededor del embarazo, el parto y la crianza, está rodeada de buenas películas, especialmente de buenas películas documentales, películas con ciencia y conciencia. Hace un año, publicamos un artículo bajo el título de “Embarazo y parto en el cine (I): emociones y reflexiones” 1 y allí comentábamos que hay películas que tratan el tema del embarazo y el parto no para entretener, sino para concienciar . Y en ese momento destacamos cuatro películas, las cuatro con carácter de película documental: 1) una película que nos acerca al problema del embarazo en el mundo: la estadounidense No llores, mujer (Christy Turlington, 2010 [Cine y Pediatría 149]); 2) una película que nos acerca al problema del parto en el mundo: la colombiana Nacer. Diario de maternidad (Jorge Caballero, 2012 [Cine y Pediatría 154]); 3) una película que nos acerca al problema del parto respetado, principalmente en el primer mundo: la española Néixer (Ana Victoria Pérez, 2012 [Cine y Pediatría 177]), y 4) una película que nos acerca al problema de la maternidad como reto, como pánico, como regalo, como trauma, como experiencia transformadora de la mujer, de la familia, del sexo, de las expectativas, de la identidad: la francesa Un feliz acontecimiento (Rémi Bezançon, 2011 [Cine y Pediatría 172]). Pero hay más, muchas más, donde la maternidad emana por los cuatro poros, y en donde la filmografía de Francia atesora una especial sensibilidad para mostrarnos las distintas visiones a lo largo y ancho del planeta Tierra. Imprescindibles son El primer grito (Gilles de Maistre, 2008 [Cine y Pediatría 220]), esa “ Madre ” no hay más que una (y son muchas )
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